lunes, 12 de julio de 2010

DEMOCRACIA Y LIBETAD



En el ámbito de la política aparecen dos vertientes como pilares fundamentales para la consecución de sus fines, la fundación de la libertad y un sistema político en el cual la gente pueda convivir pacíficamente.

Uno de los medios para lograr lo expuesto con antelación, es la democracia, misma que ha logrado la transición política de forma pacífica siguiendo las reglas del juego, a través de elementos como son la pluralidad, misma que se compone por la garantía de libertad de expresión, libertad de reunión, libertad de circulación y la de petición, tal y como se establece en los artículos 6, 8, 9 y 25 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, respectivamente.

Dentro de las libertades antes señaladas, existe una clasificación muy importante la cual es pertinente destacar y que se divide de la siguiente manera:

a) Libertades civiles: Son aquellos derechos que tenemos ante otras personas, entre particulares y que no admite ningún tipo de discriminación, como por ejemplo, el Derecho de Igualdad entre el hombre y la mujer.
b) Libertades Sociales: Son aquellas libertades de tipo económico, como por ejemplo, el seguro de empleo.
c) Libertades Políticas: Son aquellas libertades que son exigibles ante el estado, como el derecho a la ciudadanía, a un nombre propio, etc.

En este sentido, toda vez que la libertad es un elemento importante de los derechos humanos, es imperante enfatizar en primer lugar, los derechos de primera generación, los cuales se refieren a los primeros derechos que fueron consagrados en los ordenamientos jurídicos internos e internacionales. Estos Derechos surgieron como respuesta a los reclamos que motivaron los principales movimientos revolucionarios de finales del siglo XVIII en occidente. Estas exigencias fueron consagradas como auténticos derechos y como tales difundidos internacionalmente.

Posteriormente tenemos los derechos humanos de segunda generación, mejor conocidos como derechos de crédito, económicos, sociales y culturales los cuales tienen como objetivo fundamental garantizar el bienestar económico, el acceso al trabajo, la educación, la cultura de tal forma que se asegure el desarrollo de los seres humanos y de los pueblos.

Subsecuentemente destacan los derechos de tercera generación o derechos de los pueblos, entre los cuales se señalan cuestiones de carácter supranacional como el derecho al desarrollo y el derecho a la paz y aunado a ello tenemos los derechos de cuarta generación, como el derecho a un medio ambiente sano.

En esta tesitura, las medidas que el Congreso de la Unión debe implementar a efecto de que los derechos humanos sean exigibles ante la sociedad, es que los mismos sean susceptibles de legislarse mediante leyes secundarias con la finalidad de garantizar una defensa efectiva de los mismos, esto en virtud que el amparo, medio de defensa para la protección de las Garantías Individuales previstas en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se ha convertido en un medio de impugnación obsoleto y frecuentemente utilizado para asuntos que no revierten las características extraordinarias que le demandan los Artículos 103 y 107 de nuestra Carta Magna, provocando así una exacerbada burocratización en la impartición de justicia.

3 comentarios:

  1. Saludos cordiales Paty, creo que tienes la idea, sólo faltaría que hicieras un comentario entre la diferencia entre poder y violencia, tal vez en el siguiente análisis.

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  2. el poder y la violencia son "términos contrarios; donde la primera predomina de manera total mientra el poder se encuentra ausente.

    Es decir, violencia y poder guardan una relación inversamente proporcional, cuando el poder que sustenta a un gobierno es grande la violencia se ve fuertemente reducida, y ésta tiende a aumentar cuando el gobierno empieza a perder poder. Además, la violencia puede destruir el poder pero nunca puede generarlo, y en la medida que resulta imposible sustituir el poder por la violencia se pone de manifiesto la naturaleza diferente de estos conceptos. La violencia resulta, por consiguiente, impotente para la generación de poder.

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